Aprovecho la oportunidad para expresar mi agradecimiento por el espacio otorgado a los maestros, y exaltar el honor y la alegría por escribir estas líneas. Este artículo constará de dos apartados. En el apartado uno (1) rendiré un homenaje a un ex Campeón Mundial, Boris Spassky, un caballero dentro y fuer adel tablero. En el apartado dos (2) transcribiré unas partidas propias, concordantes todas ellas, con una idea central, a ser expuesta previamente.
Apartado 1: El Ajedrez y una cortesía
¿A quién le gusta perder en ajedrez? Gary Kasparov reconoce en una entrevista, que reaccionaba mal ante las derrotas. Vishy Anand comentaba, que e sun buen actor, y disimulaba bien -en público- luego de perder una partida, pero luego en privado no podía reprimir su ira. Magnus Carlsen o hace muchos comentarios al respecto, preo reaccionó con vehemencia y gestos de malestar luego de perder en ajedrez. Sin embargo, Boris Spassky, es un gran deportista y como un ejemplo, quedará para la historia su reacción luego de perder la sexta partida del match contra Bobby Fischer, Reikiavik 1972. El match estaba empatado en 2,5. Luego de una gran exhibición de Fischer -con piezas blancas-, obtiene la victoria y pasa, por primera vez al frente en el marcador.
¿Que hizo Spassky?: APLAUDIÓ A SU RIVAL, reconociendo su mérito, antes que enojarse consigo mismo por su derrota. El propio FIscher -quien no se caracterizaba por ser muy benévolo con sus rivales- se sorprendió e incrédulo le dijo a su analista
“mira lo que está haciendo…”. El ambiente -guerra fría- de ese entonces, hace más admirable ese gesto, poniendo por encima de todo, al ajedrez. Me incluyo en el club de a quienes no nos gusta perder, pero insto a todos los ajedrecistas, a respetar a sus rivales de turno, y comportarse con decoro y decencia, durante y luego de una partida de ajedrez, teniendo en cuenta que tablero de por medio no se debe regalar nada, pero luego de terminar una partida, la amistad y cordialidad deben primar por sobre nuestras frustraciones. Recordar siempre, que el ajedrez es un deporte de caballeros. A continuación, un regalo de Spassky para la posteridad.
APARTADO 2: Hacer jugar a las piezas propias y, a la vez tratar de evitar que las piezas del rival jueguen
A lo largo de mi evolución ajedrecística, confirmé un axioma fundamental: “tratar de hacer jugar a las piezas propias y, a la vez tratar de evitar que las piezas del rival jueguen”. Esto y el concepto de debilidad -punto (casilla(s), y/o piezas(s) no defendidas por un peón) y, debiendo reunir la condición de que pueda(n) ser atacable(s)-, son pilares de mi formación, fusionados con varias ideas complementarias, de táctica, combinaciones y de finales. La apertura es una jungla, donde muchas ideas profundas -y ocultas- se basan en lo anterior. Concordante con el axioma citado, a continuación, tres de mis partidas de ajedrez clásico y de competencia. No quisiera aburrir a los lectores, con lo extensos comentarios de las partidas, y trataré de ser breve y conciso.
CONCLUSIÓN
Aprovecho los dos apartados, para relacionar el contenido de ambos, con un evento -el cual representó para mí, un sentimiento muy especial-, cuyo desarrollo paso a relatar a continuación: En un encuentro casual entre amigos, hacen ya muchísimos años, tuve la oportunidad de jugar una partida amistosa de ajedrez, con un alumno mío de ese entonces, muy disciplinado y dedicado. En esa partida mi discípulo ‘’no me dejo jugar, y me derrotó “no dejándome jugar mis piezas” y “sus piezas se deslizaban por el tablero con total autonomía”. Luego de abandonar esa partida, sentí una sensación única y agradable: “la de un maestro superado por su alumno, con las armas de su maestro”. Pensé que fue el resultado de un buen trabajo -la transmisión de conocimientos a las nuevas generaciones-, y eso es como una remuneración al alma. Fue un gran regocijo personal. Solo me falto, en ese evento, realizar -emulando a Spassky-, un gesto: Levantarme y aplaudir a mi vencedor. Tal vez -tanto Spassky como yo-, disfrutamos ante la belleza de una conducción magnifica de nuestros ocasionales oponentes. Concluyo diciendo -emulando a un amigo-: Que lindo es el ajedrez.
Jorge Sosa Harrison, Maestro de la Fide desde 1994, Fide Trainer de la FIDE desde 2012, 7 veces vicecampeón del Paraguay, representó a nuestro país en 5 olimpiadas de mayores, 1982 (Lucerna), 1990 (Novi-Sad), 2000 (Estambul), 2002 (Bled) y 2006 (Turín); 2 mundiales por equipo de menores de 26 años, 1985 (Mendoza) y 1987 (San Juan de Puerto Rico); activo hasta el 2010, actualmente retirado de los torneos clásicos. Elo actual 2.242, Elo máximo 2.346 (año 2005). Dedicado a la docencia del ajedrez desde 2004 hasta 2009.